miércoles, 20 de julio de 2011

Buscando el cielo...

Un hombre, su gato y su perro iban
por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo
y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que
ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos
animales (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser
concientes de su nueva condición…)
La carretera era muy larga y
colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y
sedientos. En una curva del camino vieron un magnifico portal de
mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El
caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con
él el siguiente diálogo:

- Buenos días.

- Buenos días – Respondió el guardián.

- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?

- Esto es el Cielo.

- ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!

- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente.

- Pero mi gato y mi perro también tienen sed…

- Lo siento mucho – Dijo el guardián- pero aquí no se permite la entrada a los animales.

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo.
Dio las gracias al guardián y siguió adelante.
Después
de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron
a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puertecita vieja que
daba a un camino de tierra rodeado de árboles.
A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.

- Buenos días – dijo el caminante. El hombre respondió con un gesto de la cabeza.

- Tenemos mucha sed, yo, mi gato y mi perro.

- Hay una fuente entre aquellas rocas – dijo el hombre,indicando el lugar.-Podéis beber toda el agua como queráis.

El caminante, el gato y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed.

El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.

- Podéis volver siempre que queráis – Le respondió éste.

- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?- preguntó el hombre.

- CIELO.

- ¿El Cielo? ¿Sí? Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!

- Aquello no era el Cielo, era el Infierno – contestó el guardián.

El caminante quedó perplejo.

-
¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información
falsa debe provocar grandes confusiones! – advirtió el hombre.

- ¡De ninguna manera! En realidad, nos hacen un gran favor,

Porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos…

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