Los jinetes lancean a Afligido' el pasado martes. Reuters
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Apenas 26 votos. Este es el pírrico botín que obtuvo el Partido Animalista contra el Maltrato Animal, Pacma, en las últimas elecciones municipales en Tordesillas (Valladolid), la localidad donde el pasado martes se lanceó hasta la muerte al toro Afligido. Las 26 papeletas perfilan el carácter profundamente taurino de los 5.321 habitantes que acudieron a las urnas. El 88% votó al PP o al PSOE, que apoyan abiertamente los festejos taurinos.
Ambas formaciones respaldan también el Toro de la Vega, que volvió a ser la estrella de las fiestas patronales el martes. El alcalde, José Antonio González (PSOE), lo mantuvo en cartel a pesar de ser el evento taurino más criticado de España. Eso sí, en verano anunció pequeños cambios, como el control de la longitud de las picas de tres metros con las que se lancea al toro hasta matarlo. De cortarle el rabo al animal cuando aún está con vida, de clavarle un destornillador en la cabeza o de prohibir la presencia de menores de 12 años durante su hostigamiento tres de las prácticas que realizaron los mozos el martes, ni una palabra.
El Partido Animalista obtuvo 26 votos en las última elecciones
Si para un candidato a la alcaldía levantar la voz contra la tauromaquia se traduce en un desplome en las urnas, para cualquier vecino acarrea un buen puñado de enemistades. De hecho, el Pacma no ha sido capaz de identificar a ninguno de los 26 habitantes que le dieron su respaldo en las elecciones. Para encabezar su candidatura tuvo que echar mano del presidente del partido, Francisco García Leal, residente en Madrid.
Una vez al año, días antes de la celebración del Toro de la Vega, el partido animalista se manifiesta en Tordesillas, en un encuentro en el que cientos de activistas protestan por el ensañamiento contra el astado. No hay agresiones. La rabia de los vecinos sale durante la celebración del festejo, cuando fotógrafos, cámaras y activistas se juegan la piel para tomar imágenes del sufrimiento del animal y reciben amenazas y golpes de los mozos. En Tordesillas, el antitaurino es siempre persona non grata.