Haciendo la compra en el supermercado habitual aconteció una anécdota, cuanto menos, curiosa. Pasábamos por caja cuando la cajera nos anunció un nuevo producto, de esos que no necesitaría nadie de vivir conforme a su propia naturaleza.
- ¡Leche con fibra, para el tránsito intestinal!-. Dijo la cajera en el momento de pagar.
- Gracias, pero no la necesitamos. Somos vegetarianos. Contesté.
- ¿Vegetarianos?, ¿Por qué?.
- Por motivos éticos y de salud.
- ¿Y que coméis?…
La inocente pregunta, además de evidenciar simple ignorancia, es indicio de algo mucho peor. Si consultamos cualquier manual sobre alimentación omnívora equilibrada, hasta los profesionales más conservadores no recomiendan el consumo de “carnes” – incluido el pollo, el pescado y los huevos – más allá de tres o cuatro veces a la semana.
Un cálculo somero, si tenemos en cuenta que solemos tomar alimento al menos tres veces al día: desayuno, comida y cena, arroja veintiuna ingestas, como mínimo, a la semana. Por tanto, cuatro consumiciones de carne – incluido pollo, pescado y huevos- a la semana implica menos del 20% de los alimentos recomendados, insisto, en una dieta omnívora equilibrada. Algunos autores no aconsejan consumir más de 210 grm de “carne” a la semana, lo que reduciría, considerablemente, este porcentaje.
Por tanto, la persona que se pregunta por la dieta vegetariana intuimos que abusa del consumo de carne y por ende, no conoce las necesidades nutricionales básicas, ni siquiera en una dieta omnívora. De conocerlas, entendería sin problemas que una dieta vegetariana supone, al menos, el 80% de cualquier dieta omnívora equilibrada y que, por tanto, sustituir ese 20% que ocupa la “carne”, no es un problema de difícil resolución.
Al margen del tema ético, nótese el riesgo para la salud de estas personas. Intuimos que el defensor común de una “dieta omnívora” aboga, simple y llanamente, por una dieta carroñera, con un consumo excesivo de carne. Y por eso es tan fácil abandonar los productos animales de la dieta para todos aquellos que han llevado una dieta omnívora equilibrada y por el contrario, supone tantas cuestiones y problemas para el que no lo hace.
Si, además, tenemos en cuenta las consecuencias para el medio del consumo de carne: contaminación y agotamiento de recursos hídricos, contaminación atmosférica por el procesado de piensos y emisiones animales, destrucción de masa forestal a causa de la producción ganadera, consumo de recursos para la cría del ganado – en un mundo donde millones de personas se mueren de hambre -, etc. tras esa inocente pregunta la ignorancia pierde la bendición de lo ingenuo en favor de la perversión.
Fuente: http://ontologiadelfilamento.wordpress.com/2011/10/06/%C2%BFy-tu-que-comes/#more-365
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