Si son plaga, ¿por qué los criáis para soltarlos después?
Por Julio Ortega Fraile
Sólo
traigo aquí unos pocos ejemplos de sus declaraciones pero los hay a
cientos, basta con meter en Google las palabras “caza, control,
población, jabalí” para encontrarlos. Los cazadores consideran
que el jabalí es una plaga contra la que únicamente cabe una actuación:
su caza continua, y desde ciertas administraciones se apoya esta tesis
autorizando batidas salvajes en las que incluso se emplean métodos
normalmente no permitidos, como el uso de focos en esperas durante horas
nocturnas.
Delegado Provincial de la Real Federación Española de Caza en Zamora:
“Tan
atropellante como el conejo o más resulta el jabalí allí donde mete sus
navajas. Maizales y patatales sufren sus intromisiones sin piedad
alguna… Si no se controlan por las sociedades de cazadores no se podrá
cultivar porque los animales se comerán la cosecha. Cada vez es más
necesaria la presencia de cazadores. Si no hay cazadores habrá que
inventarlos y había que pagar el control de la fauna”.
En
la Página Cinegética Trofeo y Caza también enumeran las terribles
consecuencias derivadas de esta “invasión” de cerdos salvajes:
“Los
jabalíes ocasionan importantes daños a los cultivos, los pastos, las
plantaciones de trufas, los conductores, la salubridad y la fauna
silvestre. Todo ello es fuente de múltiples conflictos y enfrentamientos
entre los distintos sectores y las administraciones. ¿Cómo gestionamos
la situación actual?”
Facilitan “sus” soluciones:
“- Las batidas.
– Las esperas.
– Las jaulas trampa.
– Las esperas.
– Las jaulas trampa.
De
los tres métodos, el más eficaz resultó la jaula trampa (68% de las
capturas), seguido de las batidas (29%) y las esperas (3%)”.
Y exponen sus quejas ante unos políticos que para su gusto les dejan “matar demasiado poco”:
“Negar
los imprescindibles permisos causa daños y, de forma activa, malogra
nuestro medio rural. ¿Los ciudadanos debemos pagar los graves desastres
causados por la ineficacia de ciertos políticos y funcionarios
(chupatintas)? ¿Qué medidas de control podemos activar para que los
“trepadores del poder” no frustren todo intento de regulación de las
poblaciones de jabalí? Y es que hoy las instituciones están ocupadas por
personas que cumplen todas las convecciones de la buena apariencia,
influencia, respetabilidad, prudencia, educación y demás correctas
virtudes, a la vez que son los campeones de la inoperancia porque así
consiguen frustrar cualquier iniciativa que pueda ponerlos en
evidencia”.
En la Página de Fedexcaza los dibujan como seres terroríficos para los humanos:
“Habrá
que buscar fórmulas para controlar las poblaciones de jabalíes antes de
que continúen causando pánico a los cazadores y a toda la sociedad en
algunas comarcas. En este caso la caza, una vez más, es la solución a un
grave problema que tiene esta sociedad con la fauna silvestre”.
Así
que desde los despachos de políticos no sabemos si porque están muy
asustados ante una posible toma de ayuntamientos, universidades,
emisoras de radio, bares y discotecas por parte de macarenos o porque
tienen en un cajón de su mesa guardada su licencia de cazador, dan el
visto bueno a que se maten incluso cuando, donde y como no se podría:
“La
Dirección General del Medio Natural de la Junta de Extremadura autoriza
batidas extraordinarias de jabalíes para controlar el crecimiento
demográfico de estos animales”.
Dicho
esto y asumiendo que realmente fuesen tan letales que sólo cabe por el
bien de la humanidad luchar sin descanso contra su presencia, se me
ocurre un paralelismo en forma de pregunta:
¿Alguien
se imagina a portavoces de Médicos Sin Fronteras solicitando más
facilidades y recursos para vacunar contra la malaria al mayor número
posible de niños menores de cinco años y mujeres embarazadas (los más
vulnerables) en las zonas de más alto riesgo en África y, al mismo
tiempo, criando en cautividad hembras del mosquito Anopheles para
después soltarlas en esos lugares?
Pues en este vídeo,
y he aquí donde se me caen los palos del sombrajo, se puede observar
una práctica extendida en el mundo de la caza: la suelta (Sí,
¡¡Suelta!!) de jabalíes procedentes de granjas (Efectivamente,
¡¡Granjas!!) para la celebración de monterías en las que, según quién
las organice, pagarán de 1000 a 3000 euros por un puesto en ellas sin
cupo de piezas o lo harán por animal abatido. La principal atracción de
estos “guarros” es que en buena proporción, mayor que con su
reproducción en libertad, son “con boca”, esto es, con varios
centímetros de grueso colmillo por fuera de la misma, que queda mucho
mejor para la foto posterior del valiente y sonriente escopetero sentado
sobre el cadáver ensangrentado.
Y todavía se preguntan en Trofeo y Caza el porqué de la abundancia del jabalí:
“En
primer lugar debemos intentar comprender el éxito biológico de la
especie: ¿qué factores pueden explicar el aumento de la densidad y la
expansión de las poblaciones de jabalí?”
¡Hay que tener caradura!
¿Alguien puede seguir dudando que los cazadores mienten una y otra vez como si nos considerasen idiotas?
¿Alguien,
de verdad, todavía no se ha dado cuenta de que lo que les gusta,
importa y quieren es matar?, ¿matar por matar y que no hay más en este
asunto? Porque eso y sólo eso es cazar.
Y
tras espectáculos de “caza enlatada” como el de esta grabación que se
repiten una y otra vez en nuestros montes, tenemos encima que tragarnos
palabras como las que siguen, dichas por un veterinario cazador en la
Página Decazacom
“Amar
a los animales es confundirse con su entorno, luchando en su mismo
ambiente, sin artilugios que confundan a los sentidos y acatando los
ciclos vitales de nuestros inseparables compañeros de caza. Respetando
los periodos de caza sin ampliaciones irreales, no adelantando los
inicios de temporada por intereses crematísticos, sin emplear artefactos
que desnivelan la balanza de la caza (coches como puestos, reclamos
químicos, etc..)
Amar
a los animales es verlos, disfrutarlos y buscarlos en su hábitat,
enfrentarse a ellos, en donde el porcentaje de error dependa solo y
exclusivamente de la veteranía y experiencia de cada uno, gozando del
lance en si mismo como paisaje de un entorno, en donde el trofeo es
solamente el recuerdo permanente de este encuentro. Amar los animales es
el regusto de la adrenalina de nuestro organismo cuando oímos romper el
monte y sentimos igual satisfacción al encarar en nuestra cruceta un
buen trofeo como cuando bajando nuestra arma, vemos alejarse una hembra y
su fruto joven, o un macho con buen futuro en un deseo interior de que
en un tiempo no muy lejano será deseo de nuestros sueños venatorios”.
Farsa ante humanos y crueldad con animales. Nada más.
@JOrtegaFr
Fuente: http://kaosenlared.net/caza-enlatada/
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