La trama que presuntamente inoculaba una hormona a las
vacas para que produjeran más leche, a pesar de que su utilización está
prohibida en la UE, movía anualmente un mínimo de 15.000 dosis. Estas,
según la investigación llevada acabo por el equipo del Seprona de Lugo,
entraban clandestinamente en España, procedentes de México, a través del
aeropuerto de Barcelona. Entre los casi cien imputados que conforman la
denominada operación Brucela figura el mexicano que realizaba el
transporte y tres de sus principales distribuidores en el territorio
nacional.
Las investigaciones se iniciaron en Lugo a
principios de este año. Fue bautizada con el nombre de Brucela porque
inicialmente lo que se buscaba era detectar un presunto fraude
relacionado con la brucelosis. Fuentes de la Xunta explicaron ayer que
habían recibido información en su momento de que algún ganadero podría
estar inoculando esta enfermedad a las reses de mayor edad de su
explotación. Los animales que daban positivo a la misma debían ser
sacrificados de inmediato y sus propietarios percibían una compensación
económica.
Pero las pesquisas de contagios de brucelosis
provocados para cobrar subvenciones condujeron a la denominada
somatotropina bovina o BST. En el argot ganadero se la conoce como la
hormona de la leche. Suministrada a las vacas provocaba que estas
produjesen más. En Europa está prohibida porque los organismos
sanitarios entienden que provoca daños en los humanos. En América, sin
embargo, se usa libremente.
El abogado de uno de los imputados explicó ayer
que su cliente le había manifestado que la BST llegaba a Lugo y también a
numerosas provincias Españolas procedente de Cataluña, en concreto de
una comercial de la provincia de Lérida cuyo responsable se movía como
pez en el agua entre los ganaderos para ofrecerles sus productos, entre
los que no solo estaba esta hormona, sino otros medicamentos e incluso
semen. El cliente de este letrado supo de la existencia de este vendedor
porque un día le dieron una tarjeta en la que, al parecer, la empresa
en cuestión se anunciaba incluso como laboratorio veterinario.
Pero las ampollas con la somatotropina no le
llovían a la empresa veterinaria del cielo. Procedían de México. Allí
las adquiría el que está considerado como el cabeza de este entramado,
que funcionaba a la perfección, tanto que hay sospechas de que podía
llevar ya varios años en marcha.
El mexicano tenía muy buenos contactos en España,
y especialmente en el aeropuerto de Barcelona, donde, curiosamente, sus
equipajes no eran revisados. El Seprona le venía siguiendo la pista
puesto que ya había efectuado detenciones e imputaciones en diversas
provincias españolas y el pasado mayo fue descubierto con sus equipajes
llenos de ampollas con la hormona. El silencio oficial sobre la
investigación impide saber con exactitud qué cantidad de frascos traía,
pero algunas fuentes los situaron en unos 4.000.
Para que el mexicano cayera fue vital la
detención de dos de sus colaboradores en España. Se trata de un padre y
un hijo que, al parecer, conocían bien las zonas ganaderas de la
provincia de Lugo porque aquí estaba una buena parte de su negocio.
Supuestamente hacían viajes para hablar con unos ganaderos y ofrecerles
el producto.
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/galicia/2013/12/05/trama-dopaba-vacas-movia-15000-dosis-hormonas-ano/0003_201312G5P12991.htm
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