La ciudad de Vigo es realmente singular. No me
refiero a la belleza de su entorno ni a los cansinos tópicos de siempre
sobre su carácter como urbe calimera y sufridora a la que siempre
ningunean. No. Hablamos ahora de esa parte de la población entre cuyas
principales preocupaciones está, al parecer, que haya animales
compartiendo su espacio y que estos tengan tanto derecho a la vida como
ellos, personas que confunden la ausencia de educación cívica del que
tiene un perro y no recoge los excrementos de su mascota, con el
supuesto derecho a exigir que ningún can pise el poco verde que es de
todos. La convivencia siempre es complicada. Todos tienen que ceder
algo. Pero hay quien cree que no, que los demás sí, pero ellos, no. Hay
quien opine que si pasa con el carrito del niño te puede atropellar sin
pedir disculpas, que si el nene chilla no molesta porque su nene es una
ricura, que si el bebé llora en el restaurante todo el mundo tiene que
disfrutar del llanto del pequeño ser humano, que si al papi le entran
ganas de orinar por la calle se arrima a una pared y aquí paz y después
gloria y que si le sube un lapo por la garganta lo escupe sin remisión
en la acera mientras la gente pasa como si nada.
Quizás ha llegado el momento de solicitar al
Concello que Vigo se declare oficialmente libre de perros, gatos,
pájaros, árboles y cualquier elemento que perturbe la bucólica
existencia del vigués que lo único que desea son mares de cemento,
paisajes de kilómetros de aceras con vistas a los coches contaminando y
haciendo ruido, plantitas de plástico y un gran televisor para que todo
el verde que puedan contemplar sea el de los campos de fútbol y el de
las películas de Pajares y Esteso. Ya que nunca seremos ciudad olímpica,
ni ciudad libre de ruidos, ni Patrimonio de la Humanidad, podemos ser
la primera del planeta libre de vida animal. Qué triste.
redac.vigo@lavoz.es
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/vigo/2012/05/19/matemos-perros/0003_201205V19C16992.htm
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