sábado, 5 de noviembre de 2011

Cuento de Paulo Coelho

CUENTO DE PAULO COELHO
Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos andan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición…).

La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos.
En una curva del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él el siguiente diálogo:

Buenos días.
Buenos días - respondió el guardián

¿Cómo se llama este lugar tan bonito?.
Esto es el cielo

¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!
Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente.

Pero mi caballo y mi perro también tienen sed…
Lo siento mucho – dijo el guardián – pero aquí no se permite la entrada a los animales.

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber sólo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante.

Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.

Buenos días – dijo el caminante.
El hombre respondió con un gesto de la cabeza.

Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo
Hay una fuente entre aquellas rocas – dijo el hombre, indicando el lugar. Podéis beber toda el agua como queráis.

El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar gracias al hombre.

Podéis volver siempre que queráis – le respondió éste.
A propósito ¿Cómo se llama este lugar? – preguntó el hombre.
CIELO.

¿El Cielo? Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!
Aquello no era el Cielo. Era el Infierno – contestó el guardián.

El caminante quedó perplejo.

Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! – advirtió el caminante
¡De ninguna manera! – increpó el hombre.
Fin

En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos…

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