Camerún asiste impotente a la pérdida de una de sus principales colonias de elefantes. El parque nacional de Bouba N’djida, en el norte del país, vive desde hace unas semanas bajo el dominio de milicias armadas que, procedentes de Chad y Sudán, han acabado con unos 200 ejemplares (un tercio de los que viven en la reserva). Los testigos cuentan que van armados con Kaláshnikov, a caballo y asistidos por camellos, y que regalan la carne a la población local. Ellos solo quieren el marfil de los colmillos y dejan tras su paso un reguero de elefantes decapitados.
El martes pasado, el diario oficial del régimen, el Cameroon Tribune, llevaba a primera página en grandes titulares lo que calificaba como “masacre de elefantes”. “Que el régimen reconozca así lo que ocurre muestra su impotencia. Al menos han decidido denunciarlo”, explican fuentes de la UE en el país. Los Veintisiste han mostrado su preocupación por lo que está ocurriendo, que puede diezmar el incipiente turismo de caza y naturaleza.
David Hoyle, responsable de la ONG ecologista WWF en el país, explica que hay mucha confusión: “Que está ocurriendo una matanza es seguro, pero los datos no están claros. Hay quien habla de grupos de 50 personas y otros de solo 10”. El territorio es tan remoto como peligroso.
Una persona que organiza safaris en la zona explica por teléfono que él ha escuchado los disparos y que “en las últimas semanas ha crecido enormemente” el problema. La UE maneja datos aún más alarmantes. Las fuentes consultadas tienen constancia de los restos de 75 elefantes cuya posición sitúan con GPS. Estiman que la cifra de animales abatidos puede superar los 200 e incluso llegar a los 300. En 2007, WWF censó la población de elefantes en el parque nacional en unos 600 ejemplares, por lo que el descenso sería muy significativo.
Los milicianos han sido vistos con uniforme color caqui, armados con Kaláshnikov y divididos en grupos de seis o siete para atacar a los elefantes y llevarse los colmillos. Se han acercado a los pueblos de Gouna, Sinassi y Koiloungou, entre otros, para avisar del lugar en el que quedaban los restos por si los vecinos querían la carne. Así se ganan el apoyo de las aldeas de la zona. Según la prensa local, en las carreteras del norte del país se encuentra fácilmente carne de elefante. El Gobernador de la región, Gambo Haman, ha admitido que los guardas son pocos y van armados de forma rudimentaria, con lo que poco pueden hacer.
Un guía de caza que acaba de regresar de la zona explica que ha visto restos de elefantes. “Nadie puede saber cuántos han caído, porque todo es muy confuso, pero es cierto que se ven los animales muertos. Estos tipos van fuertemente armados y procuramos evitarlos”, señala este experto, que pide el anonimato por precaución. La prensa local señala que seis militares de Chad fueron abatidos por este grupo armado.
Pese a que el tráfico de colmillos está prohibido desde hace 22 años, la ONG Traffic afirma que en 2011 se alcanzó un nuevo máximo de incautaciones en los aeropuertos de todo el mundo. El año pasado se confiscaron 23 toneladas de colmillos de elefante, una cantidad que equivale, al menos, a 2.500 paquidermos muertos. Asia es el principal destino, ya que el marfil tiene uso en la medicina tradicional china. Con esas ventas pueden financiar la compra de armas.
El parque nacional es un apreciado destino de safaris. Hay elefantes, jirafas, leones, leopardos, búfalos... La reserva, con 2.200 kilómetros cuadrados, tiene el tamaño de la provincia de Vizcaya.
El guía, que ha trabajado en la conservación, explica con tristeza: “Vemos cómo nuestro trabajo de años se está quedando en nada”, pero insiste en que las matanzas no se producen solo en el parque nacional sino a lo largo de todo el norte del país, y que las milicias llegan tras esquilmar los miles de paquidermos en Chad y en Centroáfricahttp://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/02/15/actualidad/1329330564_580600.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario