El negocio de la vivisección tiene cientos de ramificaciones para conseguir beneficios económicos, engordes de carreras profesionales y "prestigio" entre los que se lucran de ella. Una de estas ramificaciones es el sucio negocio de traficar con seres vivos sintientes -como perros, gatos, monos de todo tipo, ratas, ratones, caballos, cerdos...- que acabarán sus miserables vidas en dolorosos experimentos. Nos centraremos en uno de los más oscuros negocios de la venta de animales: la adquisición de animales de forma, llamémosle, tanto regular como irregular.
En los años 70-80-90 en España por fin se reconocía que se cogían gatos y perros abandonados, de las erreras y de los pueblos para utilizarlos en experimentos. Estas declaraciones fueron hechas después de que se aporbasen en España las leyes que prohiben este tipo de prácticas. Entre otros centros, lo reconocieron el Hospital La Paz de Madrid en 1.989 a través de Ignacio Álvarez(científico del centro), y el Hospital Ramón Cajal de Madrid que también admitió utilizar animales de la perrera. Pero son más comunes de lo que parece. El Dr. James Wyngaarden del Instituto Nacional de la Salud de EE.UU. escribió en una publicaciones de la prestigiosa American Medical Association que, cada año son capturados alrededor de 200.000 gatos y perros de las calles para ser puestos en manos de vivisectores. Creemos que la cifra es harto superior.
En el año 1.989, la Comunidad de Suizos Antiviviseccionistas se hizo con una documentación poco menos que asombrosa: miles de perros y gatos que habían sido recogidos de las calles, robados de sus casas o comprados a sus dueños -que querían deshacerse de ellos- fueron amontonados en jaulas, cargados en camiones y enviados a laboratorios de vivisección de Suiza y Alemania. El negocio lo dirigía un tal Erich Stock, traficante alemán, que vendió en los años setenta y ochenta un número incalculable de animales a las multinacionales de Basilea y a otros laboratorios suizos. Los clientes de este mercenario eran tantos que tenía grandes registros para apuntar sus entregas diarias. En Alemania, entre sus clientes figuraban los más grandes institutos de investigación y las más grandes empresas farmacéuticas, como Hoechst, la Behrong-Werke de Marbug (Alemania), la Chemiewerke de Hamburgo, Merck AG de Darmstadt, el Instituto de Bioquímica de Frankfurt, etc. Entre los suizos estaban Ciba-Geigy, Hoffmann-La Roche, Sandoz, Universidad de Basilea, Universidad de Zúrich, Instituto Battelle de Ginebra, etc.
Erich Stock tenía un equipo de personas que le procuraban una gran cantidad de "mercancía". Los animales se almacenaban en las barracas del sujeto en cuestión donde, amontonados unos encima de otros, maltratados y careciendo de los cuidados más indispensables, se ponían enfermos y se contagiaban unos a otros. En su mayoría eran perros y gatos enfermos de patologías virales lo que se enviaba a los laboratorios. Unos cuantos tenían llagas en las patas y en el lomo, como se podía ver en algunas fotografías. Mientras, las películas muestran los momentos de angustia cuando las jaulas que contienen perros y gatos son cargadas en camiones para el último viaje sin retorno. Los animales aterrorizados, atónitos y desesperados tenían que sufrir largos viajes desde una punta a otra de Alemania y hasta Suiza, con un único destino: el laboratorio. Los más afortunados eran los que morían durante el viaje ya que se ahorraban la peor fase de su vida.
Cuando los clientes necesitaban animales seleccionados, por ejemplo, seleccionados de una granja de cría, Erich Stock tenía remedio: él mismo importaba la "mercancía". Su proveedor era una firma checoslovaca, la Velaz de Praga, especializada en la cría de perros beagle, gatos y otros animales. Una especialidad de Velaz era la de vender animales ya "preparados", según la petición del cliente. "Preparados" quiere decir que los animales ya han sufrido, cuando dejan el criadero, operaciones especiales efectuadas para evitar a los laboratorios trabajos suplementarios.
Sólo para dar una idea, citaremos una frase de una carta enviada por Velaz a Erich Stock. Éste había pedido unos beagles para satisfacer el pedido de un laboratorio. La frase de Velaz, comercial, fría y lapidaria es la siguiente: "Le enviamos una perra sin ojos" (Documentación Eckart, 1.989). Y esto no es una excepción, sino la norma. Todas las principales granjas de cría del mundo envían animales previamente operados si el cliente lo solicita y con un incremento del precio.
Lo que viene ahora son extractos de la correspondencia intercambiada durante varios años entre unos laboratorios suizos y Erich Stock. Todas las cartas mencionadas están en manos de la Comunidad de Suizos Antivivisección.
Hoffmann-La Roche (Basilea): "Confirmamos las correcciones telefónicas de hoy de nuestro encargo del 24/08/72, estamos pidiendo 40 gatos vacunados contra la rabia estando en cuarentena durante 30 días, aproximadamente 20 machos y 20 hembras, peso mínimo 2,5 kgs, precio 60 marcos alemanes por animal, entrega el 19/09/72". Carta fechada y firmada el 25 de agosto de 1.972.
El 28 de noviembre de 1.972, Hoffmann-La Roche pedía "100 gatos sanos, peso superior a los 2,2 kgs", empaquetados y dirigidos a la estación alemana de Basilea (Badischer Bahnhof), donde serían controlados por un experto de la "policía veterinaria". Carta firmada por un tal Hurlimann, en representación de la multinacional.
Sandoz (Basilea): "Les comunicamos que necesitamos 30 gatos por semana, peso mínimo 2 kgs, precio 25 marcos por pieza, embalados en cartones no retornables de 1 marco alemán cada uno, primera entrega para el 26/05/71". Carta fechada el 19/05/71, firmada por el Dr. H. Weber y el Dr. H. Weidmann.
El 20 de julio de 1.971 el Dr. Weber y un tal Dr. R. Griffith aumentaron la cantidad de gatos pedidos, subiéndola a "50 animales por semana". En la misma carta los representantes de Sandoz afirman que esperan urgentemente las informaciones sobre los perros beagle; por otro lado, renuncian a comprar perros mestizos de E. Stock, ya que la vacuna antirrábica obligatoria (prescrita por las normas aduaneras suizas) y el transporte los enfermaría. Además, afirman que los conejillos de indias de Stock se aclimatan muy mal en Sandoz, tanto que la multinacional había perdido el 22% de su última entrega. El último envío por parte de Stock de 200 conejillos de indias estaba previsto para el 4 de agosto de 1.971.
El 26 de agosto de 1.971, los doctores Griffith y Weidmann de Sandoz escribían una carta a Stock, quejándose de que uno de los 42 gatos recibidos últimamente sólo tenía 3 patas. Además protestaban del hecho de que 7 gatos pesaban sólo entre 1,3 y 1,8 kilos, mientras que Sandoz necesitaba gatos de por lo menos 2 kilos cada uno (Carta firmada).
El 4 de noviembre de 1.971, Sandoz modifica sus decisiones en lo que concierne a los perros mestizos, y pide a modo de prueba: "12 perros mestizos de 11 a 15 kg de peso, al precio de 60 marcos alemanes cada uno, para entregar hacia el 7 de diciembre de 1.971. Rogamos entregar a los animales con el pedido semanal de 30 gatos, en camión, a nuestra fábrica de Basilea, Edificio 330." Carta firmada por Weber y Weidmann.
Estos florecientes negocios -aunque ni científicos ni éticos, pero sí muy lucrativos- continuaron en los años siguientes: el 15 de junio de 1.972 Sandoz pide a Stock "50 gatos, de peso mínimo de 2 kgs, al precio de 28 marcos alemanes cada uno, para entregar en las recomendadas jaulas para transporte, y 15 perros mestizos con peso entre 8 y 15 kilos, al precio de 60 marcos alemanes cada uno". El pedido es válido por un tiempo no especificado en la carta y tiene que ser repartido "cada 15 días, en martes, por camión, en nuestra fábrica de Basilea, Edificio 330. Coste de cada viaje: DM. 200. La primera entrega es esperada para el 11 de julio de 1.972". Carta firmada por Griffith y Weidmann.
Ciba-Geigy (Basilea): "Le pido que me procure semanalmente durante todo el año, 5 buenos gatos, machos, al precio de 18 marcos alemanes por animal". Carta fechada el 21 de octubre de 1.963 y firmada por Walter Meyer, en nombre de Geigy AG. En ese momento todavía no se habían fusionado Ciba y Geigy AG.
Los suministros incluían "mercancía dañada". El 11 de diciembre de 1.963, el Sr. Walter Meyer escribió una carta de reclamación a Erich Stock: "Geigy no puede usar más de 3 o 4 gatos de cada envío". La multinacional sufrió una "grave pérdida" de 250 a 300 francos, a causa de los gatos enfermos recibidos. El Sr. Meyer amenazó con devolver los gatos al remitente si las próximas entregas no estaban en orden (carta firmada).[/size]
Dos años después Geigy parecía satisfecha. El Sr. Meyer pide "30-35 gatos finos y sanos por semana". La misma carta menciona un envío de 250 cobayas por semana, que dura ya mucho tiempo y que debe ser reducido. Se habla también de una ulterior entrega de conejos (carta del 27 de septiembre de 1.965).
Mientras, Ciba se fusiona con Geigy, y desde 1.970 la dirección del Departamento de Animales de Laboratorio de la empresa está en manos del Dr. H. Bruhin, quien, desde entonces, hace los pedidos y protesta cuando las entregas no son conforme a lo previsto.
El 27 de mayo de 1.971 y refiriéndose a los negocios con Erich Stock, se quejaba de que unas jaulas de transporte que contenían conejos no estaban bien embaladas al llegar a la estación alemana de Basilea, y por eso habían sido fotografiadas por la policía (carta del 27 de mayo de 1.971, firmada por el Dr. Bruhin y por E. Waldmann). Ciba-Geigy renuncia (7 junio 1.971) a importar conejos de Erich Stock, porque la importación ha de someterse a la Oficina Veterinaria Federal. Diez años después, en 1.981, Stock ofrece a Ciba-Geigy la posibilidad de comprar perros mestizos machos al precio especial de 150 marcos por animal para perros de 20-25 kilos. Para animar a su cliente, Stock pone especial énfasis en que el precio de la vacuna antirrábica está incluido. A pesar de la oferta, Ciba-Geigy rechaza la oferta (carta del 29 de abril de 1.981 firmada por P. Borer). La multinacional ya tenía sus propios criaderos y sabemos que justo en aquella época, Ciba-Geigy sacaba provecho de los servicios de otro traficante, esta vez el suizo Fritz Lanz de Gunzgen (SO).
En 1.981 la furgoneta de Fritz Lang fue fotografiada delante de un establecimiento de Ciba-Geigy en Basilea y frente al laboratorio Central de Biología de Zúrich. Las fotografías mostraban cómo se descargaban unos perros y se llevaban al interior. La denuncia penal de ATRA y de la Comunidad de Suizos Antiviviseccionistas no tuvo consecuencias, según la Ley Federal para la Protección de los Animales, su tráfico de animales era legal.
Fritz Lang, como la mayoría de los traficantes de animales para laboratorios, promete una "buena colocación" para los perros que compra o que le dan gratis.
Desde hace años, la furgoneta de reparto de Fritz Lanz ha sido vista en las más importantes ferias suizas, como en la de Delémont y la de Langnau. Gracias a unas campañas de octavillas organizadas por ATRA, la actividad de Lanz se conoció en muchas regiones, sobre todo en aquellas en las que este traficante se abastece de perros, y por este motivo mucha gente ya no se fía de él, y no le da más animales. Pero a pesar de esto, el negocio de Fritz Lanz sigue progresando, protegido por las autoridades y por la magistratura, siendo el tráfico de animales un hecho legal.[/size]
En la competitiva lucha entre Fritz Lanz y Stock, ganó el suizo, ya que los animales suministrados por Lanz no tenían que hacer viajes tan largos desde Alemania, y además no tenían que pasar por la aduana, respetando las regulaciones de vacunación. Stock fue poco a poco abandonado por muchos de sus clientes, pero tuvo tiempo para abastecer de animales, durante muchos años, a varios de los más importantes laboratorios suizos:
Instituto Battelle (Ginebra): "Por lo que concierne a los perros, les informamos que dentro de 2 o 3 semanas necesitaremos 20. Hasta ahora hemos comprado los perros a la firma A. Kramer de Colonia". Carta del 6 de marzo de 1.963 a Erich Stock, firmada por el Dr. W. Surber. En la misma carta el Dr. Surber da las gracias a Erich Stock por su envío de cobayas, pero se queja de haber recibido sólo 50 animales, mientras que el instituto esperaba recibir 60. Le reclama los otros 10.
Instituto Suizo de Sueros y Vacunas (Berna): el 11 de abril de 1.968 este instituto pedía a Stock 60 conejos albinos de Nueva Zelanda (edad 8-10 semanas) para entregar antes de finalizar abril, y 60 conejos albinos para entregar antes del 10 de mayo (carta firmada). Dos años después, el instituto en cuestión enviaba una queja a Erich Stock porque 8 hámsters que formaban parte de un envío habían muerto, y 6 tuvieron que ser matados ya que llegaron a Berna con úlceras en la garganta. Las preocupaciones del Instituto Suizo de Sueros y Vacunas tenían que ver con el importe de la factura: se exigía una rebaja de 84 marcos (carta firmada y fechada el 26 de marzo de 1.970).
Clínica Ginecológica de la Universidad de Basilea: "Por favor envíenme, si está disponible, una perra preñada (a mitad del embarazo, pero no al final del mismo). El tamaño no tiene importancia; preferible de tamaño mediano. Entrega por ferrocarril: Basilea urgente. En caso de no tener actualmente una perra así, por favor cancele la orden, o hágame saber cuándo estará en condiciones de suministrarnos una, ya que desearía pedir varias en un futuro próximo". Carta del 20 de septiembre de 1.968, firmada por el Dr. Franco Lasagni).
Instituto de Higiene de la Universidad de Basilea: El 20 de marzo de 1.963 un tal Dr. Löffler protestaba porque 7 conejillos de indias del envío anterior habían muerto (carta firmada).
Instituto de Medicina Microbiológica de la Universidad de Zúrich: "Por favor, infórmenos si puede enviarnos 100-200 conejillos de Indias, con un peso mínimo de 300 grs". Carta firmada, fechada el 17 de mayo de 1.966.
Laboratorio Central de Biología de Zúrich: "La firma Sandoz me ha informado que usted vende conejillos de Indias. NEcesitamos unos 20-50 animales". Carta fechada el 26 de agosto de 1.971 y firmada por el Dr. W. Weihe.
Oficina Veterinaria Federal (Instituto de Vacunas), Basilea: esta oficina se ocupa, entre otras cosas, de la recogida y de la publicación de las estadísticas sobre el número de animales empleados cada año en los laboratorios. Su sede está en Liebefeld (BE). Es, por tanto, asombroso el contenido de una carta escrita en papel con membrete de la "Oficina Veterinaria Federal - Instituto de Vacunas", Hagenaustr, 74, Basilea, dirigida el 2 de junio de 1.969 a Erich Stock, que dice textualmente: "Con referencia a nuestra conversación telefónica de hoy, pedimos: 100 cobayas, peso aproximado 500-600 gramos, patas blancas. Entrega inmediata. Y luego, hasta una nueva orden: cada 15 días, aproximadamente 100 especímenes de 300-600 gramos de peso. Entrega en Badischer Bahnhof". Carta firmada por A. Eggenberger del Instituto Federal de Vacunas. Este instituto cambió su nombre y ahora se conoce como Instituto para las Enfermedades Virales y Profilaxis Inmunológica, y sigue usando animales.
Laboratorio de Cirugía experimental, Davos: el 10 de enero de 1.977, este laboratorio escribía a Erich Stock con referencia a un envío de 18 perros beagle el 22 de diciembre de 1.976. Era una carta de protesta ya que 5 perros habían llegado a Davos heridos y enfermos, y no pudieron ser empleados en los experimentos; otros 3 habían llegado en mal estado, y sobre los restantes 10 había reservas. Encuanto a los 5 beagles gravemente enfermos, el Laboratorio de Cirugía Experimental proponía o devolverlos inmediatamente al remitente con los gastos a cargo de este último, o matarlos en Davos, pero en este caso, el coste de la eutanasia y de la incineración de los cadáveres (aprox. 50 francos por animal) debían correr a cargo de Erich Stock. En cuanto a los 3 perros llegados en mal estado, podrían ser curados en Davos, estipulándose que Stock debería estar dispuesto a reembolsar los gastos de los tratamientos. Los restantes 10 perros fueron aceptados y pagados. El laboratorio de Davor puntualiaba, muy furioso, que las proposiciones contenidas en su carta debían ser aceptadas todas de forma global, y no parcialmente, y en caso de que Stock no aceptase las condiciones, todos los perros serían devueltos a Alemania con los gastos a cargo de Stock. Pero entonces viene el punto que más duele: "porque tuvimos que costear los gastos del transporte, de la aduana y de las vacunas", naturalmente también para los 8 perros llegados en malas condiciones.
La carta del Laoratorio de Cirugía Experimental no es una excepción y expresa muy claramente el materialismo que caracteriza toda la experimentación animal. El sentido comercial es perfecto, pero hay un detalle que los vivisectores y los que están detrás de ellos olvidan: la mercancía en cuestión está viva, ve, oye, siente y sufre. En este caso eran beagles.
En 1.985 un periódico de Zúrich publicó un texto con una entrevista con el Consejero Nacional Hans-Jürg Weder, que en una de las partes decía: "Tengo en mis manos unas informaciones, según las cuales, perros beagle son importados desde Los Ángeles para utilizarse en investigaciones". Los perros llegabanal aeropuerto de Zúrich-Kloten. "A los perros se les cortan las cuerdas vocales cuando aún son cachorros. Así estas criaturas pueden sufrir los experimentos sin que sus gritos de dolor puedan ser oídos. Los animales llegan a Suiza embalados de 10 en 10. Son cachorros de 13 semanas y cuestan a la industria química 1.900 francos cada uno" (Blick, 22 de septiembre de 1.985). El Consejo Federal corrió a contestar a la moción de Weder, negando que se empleasen perros con las cuerdas vocales cortadas o que existiesen esos perros en Suiza. Pero el Departamento de Documentación de la Asamblea Federal había dado el 2 de octubre de 1.985 informaciones más interesantes: "Se llegó a saber que, en 1.985, habían sido regularmente importados perros a Suiza, casi cada mes, y desde la frontera de Basilea-Mühlhausen (las estadísticas se refieren sólo a ese año). Cantidad: más o menos 32 perros cada vez". Según la nota de entrega eran beagles de 5 meses, mitad machos y mitad hembras, de 10 kilos de peso y 245 francos de precio cada uno. Los perros habían sido vacunados en Nueva York, el remitente era Marshall Research Animals, North Rose, NY. El destinatario era siempre Sandoz. Como transportista figuraba la firma Jacky Maeder. "Sólamente se oían quejidos y gimoteos, pero no ladridos; sin embargo, esto podía haber sido relacionado con la edad de los cachorros".
Como los defensores de la vivisección negaban la evidencia, ATRA participó en una investigación en el año 87, poniéndose en contacto directamente con Marshall Farms de North Rose (EE.UU.). La persona que escribió fingió querer comprar algunos beagles. La respuesta, fechada el 21 de abril de 1.987 decía: "Adjuntamos nuestra última lista de precios. La devocalización (corte de cuerdas vocales) cuesta 5 dólares por perro. El envío vale aproximadamente 30-40 dólares por beagle. Enviamos más de 100.000 beagles al año. Hay que reservar los beagles con una antelación de 6-8 meses. Pago en 30 días. Atentamente, James L. Ball" (Carta firmada).
Según el catálogo y la lista de precios de Marshall Farms (1.987), un beagle de 2 meses cuesta 235 dólares, el precio aumenta por cada mes de edad, hasta los 365 dólares para un beagle de 12 meses. Los beagles de Marshall son enviados por avión, desde un aeropuerto que está a 7 horas en camión desde el criadero. Los transportes se hacen cada jueves. Los animales van acompañados por todos los certificados necesarios y, mientras se encuentran en Marshall Farms, junto al Lago Ontario, son sometidos a controles veterinarios.
En julio de 1.980 algunos periódicos alemanes levantaron un coro de protestas antiviviseccionistas al publicar la noticia de que Ciba-Geigy había llegado a un acuerdo con el Ministerio de Economía sueco para la venta de 1.000 gatos al año, destinados a experimentos de vivisección en Suecia. Los gatos, procedentes de los criaderos de la multinacional en Sisseln, se vendieron a un precio de unos 1.000 marcos alemanes por animal, con unas ganancias totales de un millón de marcos al año. La noticia fue censurada por la prensa suiza. Ciba-Geigy explica tranquilamente que el hecho de estas ventas es "sólo un favor, sin propósitos comerciales". El 2 de diciembre de 1.981, Ciba-Geigy facturaba a la Universidad de Berlín un envío de 76 gatos (70 hembras y 6 machos) procedentes del criadero de Sisseln. El precio de los animales era de 500 francos cada uno, por un total de 38.000 francos. Eran gatitos de 6 a 12 meses de edad, embalados en cartones al precio de 30 francos cada uno. El expedicionario era la firma Thomae. "Sin propósitos comerciales"... Los criaderos de Sisseln también producen, además de gatos, perros beagle, ratones, conejos y conejillos de indias.
El 15 de noviembre de 1.983, ATRA intentó detener un transporte de perros beagle procedentes del criadero de Madörin de Füllinsdorf (región de Basilea) que pasaba por la aduana de Chiasso-Brogeda y estaba destinado a la compañía farmacéutica Farmitalia Carlo Erba de Milán. Llevaba 30 cachorros beagle amontonados procedentes de las barracas de la Kleintierfarm (Granja de Pequeños Animales) en Füllinsdorf, que operando primero bajo el nombre de Ciba-Geigy y luego bajo el de Madörin SA, ha estado produciendo animales para los laboratorios, sobre todo perros beagle, desde 1.957. En los edificios de esta empresa hay unos 300 perros que lloran y dan agudos quejidos día y noche: "hemos trancado las ventanas porque tenemos miedo a los protectores de animales". Los beagles -según periódicos de 1.984- viven en la oscuridad, encerrados en los edificios y sólo saliendo para acabar en laboratorios. ATRA no consiguió impedir el transporte, la aduana lo autorizó y los 30 cachorros siguieron su triste viaje hasta los laboratorios de Milán.
Aunque estos casos nos puedan parecer lejanos en el tiempo, son válidos a día de hoy, siglo XXI. El problema actual es que se actúa con más secretismo si cabe, y por eso la opinión pública se ve alejada de estos escándalos.
Actualmente se siguen secuestrando animales, tanto callejeros, como "con dueño", como de las perreras. Los animales robados a sus dueños suelen ser perros y gatos. En el caso de los machos, pasean a una hembra en celo en una furgoneta, y cuando el macho se acerca, lo meten inmediatamente en la furgoneta, y "nadie ha visto nada". De esta forma desaparecen "misteriosamente" miles de animales, tengan o no microchip. Los criadores de animales, tanto "profesionales" como particulares, también son buena fuente de animales de experimentación, consciente e inconscientemente. Las protectoras de animales sufren robos de animales, y algunos de ellos van a parar a laboratorios. Hay perreras y centros o empresas concertadas con ayuntamientos que regalan o venden animales para experimentación. Son por ejemplo los casos no oficiales -que debido al secretismo no pueden denunciarse, pero que todo el mundo sabe- de perreras de andalucía y madrid, empresas desratizadoras contratadas por los ayuntamientos para retirar animales abandonados, y centros en los que se supone que deben permanecer los animales, a modo de perrera, durante un período de tiempo antes de ser sacrificados. También se ha dado y se da el caso de empresas que compran animales directamente a particulares. Empresas afincadas en España llevan años -algunas de ellas más de 20 años- pagando una cantidad de dinero por cada animal que cualquier particular les lleve, no importa la procedencia. Una empresa con sede en España pagaba 100 pesetas por cada gato que la gente llevase, y otra, en los años 90, pagaba 1.000 pts por cada gato o perro menor de un año que diesen a la empresa. Otras veces, son los mismos vivisectores quienes, a título personal, adquieren a los animales. Los prefieren "adoptados", así los costes son menores -o totalmente gratuitos- y la garantía sanitaria es mejor que la de animales de procedencia desconocida. El fin es siempre el mismo: acabar viviseccionados.
Referencias:
Por qué Debe Cesar el Genocidio de Animales, Dr. Vernon Coleman.
Experimentación con animales y metodologías alternativas. Informe de ADDA, nº 20, año VIII.
Holocausto, Milly Schär-Manzoli, Ed. ATRA-AG STG, 2ª edición.
LiberAcción
http://www.geocities.ws/liberaccion_fanzine/traficolaboratorio.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario