miércoles, 7 de septiembre de 2011

Homenaje al perro mestizo

Es el perro que todos conocemos, el que vemos todos los días. Algunos se han vuelto inclusive familiares a la vista, pues conquistan una zona como propia, aunque formalmente no sea su hogar.

¿Historia?

Si abordáramos este tema de manera formal, habríamos de empezar por los antecedentes y la historia… pero en este caso en especial, eso sería prácticamente imposible.

Para empezar, debemos tener claro que de las 337 razas caninas actualmente reconocidas por la Federación Cinológica Internacional, es probable que ninguna rebase los mil años sin cambios. Es decir, las características que hoy debe tener, por ejemplo, un Pastor Alemán, son producto de la cruza selectiva que los seres humanos han realizado a lo largo de la historia, en la busca de un tipo de perro que cumpliera con ciertas expectativas.

Así como todas las demás especies animales del planeta, los perros evolucionaron de acuerdo con la zona en donde comenzaron su andar. Su pelo, tamaño, fuerza física, resistencia y hasta el tono de su ladrido, se fueron acoplando a las necesidades que les exigía su entorno. En ese sentido, podríamos suponer que los primeros perros del mundo eran de “razas puras”, pues compartían entornos y necesidades.

Sin embargo, las cruzas interraciales también debieron comenzar de manera natural, cuando algunas manadas de razas antiguas, aún salvajes, iban migrando lentamente a otra zona, hasta toparse con otras manadas distintas. Entonces, nos encontramos con que tanto el perro criollo como el de raza pura deben tener una antigüedad muy similar: desde siempre. Claro que las colonizaciones, conquistas e invasiones humanas promovieron las cruzas interraciales y aceleraron la proliferación de estos perros, al traer consigo ejemplares de cierto tipo a lugares lejanos con razas muy diferentes.

Correcta denominación

En nuestros días hay una costumbre errónea en el trato y conocimiento del perro Mestizo.

Para empezar, el punto de partida de esta equivocación es la forma en como los llamamos. Cuando el común de la gente ve un perro cuyas características físicas no le permiten otorgarle un definición clara de raza, suelen llamarle “cruzado”, “corriente” o “callejero”.

El primer término, cruzado, es un uso incorrecto del término y prácticamente un pleonasmo, pues para que un perro –ya sea de raza pura o criollo– nazca, forzosamente debe ocurrir una “cruza” entre dos ejemplares, ya sean de la misma raza o no; es decir, todos los perros del mundo son “cruzados”.

El segundo término, corriente, es desde luego una forma despectiva que compara a un ejemplar con características únicas con otro de características definidas por la raza. Eso implicaría un grado de “fineza” en los perros de raza, lo que habla de la calidad morfológica y genética del ejemplar, pero –como platicaremos más adelante–, algunos perros Criollos pueden tener características tan buenas que incluso rebasarían la calidad de un perro de raza pura.

Finalmente, quizás el término más común, callejero, debiera referirse a cualquier perro por su situación de vida, “en la calle”, y no por sus características de raza. Por ejemplo, si un Pastor Alemán, Labrador o Schnauzer de raza pura es abandonado o extraviado, aprendería a sobrevivir en la calle, por lo que se convertiría inmediatamente en callejero. No es realmente ofensivo, o no debe tomarse así, pero este término no define puntualmente a un perro Criollo. Además, es temporal y lo más curioso del caso es que algunas personas le llaman de esta forma incluso a mascotas que viven con su dueño, que sí tienen un techo donde vivir: “¿De qué raza es tu perro, es callejero?”

En círculos con un poco más de conocimiento, se ha comenzado a poner de moda el término perros ferales, aludiendo a aquellos que llevan mucho tiempo viviendo en la calle y que han llegado a formar manadas bien establecidas. El problema con este término es que tampoco puede abarcar a todos, pues estrictamente se debe aplicar a los perros que han nacido en la calle y han vivido siempre en ella, aprendiendo poco o nada de la convivencia con los seres humanos, más allá de verlos como otra especie de la cual cuidarse.

Estos perros usualmente desarrollan instintos que podrían interpretarse como salvajes, aunque en realidad no lo son. Primero, porque tras 15 mil años de domesticación, estos instintos propios de otros cánidos (como el lobo o el zorro) han desaparecido casi por completo; y segundo, porque aprender a “cazar” de la basura o bajo un puesto de comida ambulante, nada tiene que ver con la cacería que los perros salvajes solían hacer. De hecho, para la Real Academia de la Lengua Española, la palabra “feral” es un adjetivo en desuso que significa “cruel o sanguinario”. Es probable que el término moderno lo hayan empezado a poner de moda algunos sectores gubernamentales que buscan advertir, de manera alarmista, el riesgo que constituyen las manadas de perros callejeros, que ­–en la defensa de su territorio– pueden comportarse agresivamente si se les provoca.

Algunos naturalistas especializados suelen decir que no hay mejor criador que la naturaleza. Y seguramente tienen razón. En cada especie, los individuos con las mejores características son los que sobreviven y los que mayores oportunidades de reproducción tienen. Esto se aplica de manera muy especial a los perros Mestizos.

Por ejemplo, es probable que un perro que se crió en la calle desarrolle una flora intestinal más fuerte, al acostumbrarse a comer cosas en mal estado o sucias, y es factible que herede esta característica a sus cachorros, los cuales podrían tener, por ejemplo, un oído más agudo y reflejos más desarrollados si la madre también vivió en las calles y aprendió a cuidarse de los autos. A esto añadimos el factor social, o sea el aprendizaje que además enfrentan si efectivamente sobreviven mucho tiempo en la calle.

Todos los trucos o mañas que un perro debe aprender en la calle son esenciales para su sobrevivencia. Primero, asegurar el alimento, encontrar un lugar de abastecimiento constante o incluso saber guardarlo. Después, protegerse de las amenazas vivas y las climáticas; hallar un lugar que les proteja de la lluvia o el frío, del extremo sol, de las polvaredas o los gases contaminantes.

Cuando juntamos los dos grupos de características que hemos presentado, tenemos un ejemplar con altas probabilidades de ser un gran perro. Si genéticamente nació con un organismo resistente, las enfermedades estomacales, infecciones y problemas de piel, serán muy raros, pues ha desarrollado anticuerpos y defensas naturales a estos problemas. Si socialmente ha aprendido lo difícil que es encontrar alimento, apreciará rápidamente un plato de croquetas constante, que significa alimento sin riesgo, sin necesidad de “cazarlo” o robarlo. Su casa, aunque sea sólo un rincón de tu hogar, será para él un refugio seguro, cerrado a otros perros más grandes y protegido de las inclemencias climáticas.

Ahora bien, te estarás preguntando ¿acaso el perro Mestizo, rescatado de la calle, es perfecto? No. Por supuesto, sería irresponsable de mi parte hablarte de un ejemplar sin rango de falibilidad. En los perros Criollos también pueden existir enfermedades genéticas o congénitas, tendencia a algún problema de salud y conflictos de comportamiento o socialización, pero lo cierto es que con gran frecuencia resultan perros fuertes, inteligentes y de excelente compañía.


A continuación enlistamos algunos mitos comunes sobre los queridos Mestizo.

Mitos

Mito: Es agresivo, está acostumbrado a ser libre y cuando se aburra de mi casa me va a desconocer.

Falso. Los perros en general no tienen necesidades de cambio por gusto. Se divierten con la convivencia y eso es suficiente. No conocen el concepto de aburrimiento por monotonía. Mientras tengan casa segura y comida y agua constantes, defenderá el lugar y agradecerá la oportunidad de tenerlo. En esas condiciones puede pasar toda su vida.

Mito: Está acostumbrado a restos de comida cocida, carne, pollo, tortillas. No va a querer las croquetas.

Falso. El criollo de calle está acostumbrado a comer lo que encuentra. Al principio puede no sentirse atraído porque las croquetas tienen un aroma menos intenso que otras comidas, pero en cuanto entienda que es comida segura y que no le provoca ningún daño al organismo, apreciará las croquetas como el mejor alimento.

Mito: Son huraños y temerosos, no querrá socializar con otras mascotas.

Falso. Con mayor frecuencia los perros Criollos son líderes en un grupo de mascotas, están más pendientes de las necesidades, regaños o indicaciones de sus amos y, aun cuando no entiendan a la primera tus palabras, intentarán adivinar para complacerte y seguir gozando de tu compañía. Además están acostumbrados a vivir cerca de otros perros, por lo que socializan en casa o en el parque con mayor facilidad.

Mito: Al sentir casa cómoda se volverá consentido y caprichoso.

Falso. Difícilmente olvidan lo duro que es vivir en la calle, por lo que es probable que algunos elementos les recuerden su vida dura y los atemoricen –como la lluvia, los truenos o los autos–, pero al mismo tiempo esto les ayuda a revalorar su nuevo hogar cada vez que regresan de un paseo, lo cual se traduce en un agradecimiento constante, casi eterno.

Mito: Traen consigo enfermedades raras, bacterias que enfermarán a otros miembros de mi familia.

Falso. Con los cuidados habituales como vacunación y desparasitación periódicas, no presentan problemas distintos a los de cualquier raza. Al contrario, como mencioné antes, suelen ser más resistentes a contagiarse de otros o enfermarse de cosas simples, como problemas de estómago y piel.

Además de todas estas ventajas, debo subrayar que al adquirir un perro criollo tendrás a un ejemplar único, especial por su individualidad y características propias.






Fuente: El perro: psicología y comportamiento

http://www.facebook.com/notes/el-perro-psicolog%C3%ADa-y-comportamiento/homenaje-al-perro-mestizo/213036485419724

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