domingo, 24 de julio de 2011

Un discurso imprescindible



Porque soy vegano (Gary Yourofsky)


No importa la religión que profeses, tu ideología política ni tu clase social. Si hay algo claro es que el mundo en que vivimos necesita paz y compasión entre los seres que lo habitan. Al contrario de lo que afirman los dogmas religiosos y políticos, los animales no nos pertenecen. No son bienes, ni propiedad, ni son cosas inanimadas sin capacidad de razonar ni de sentir. Esa forma de verlos como si fueran máquinas no solamente es un error garrafal, es una locura.

Todos sabemos que los animales utilizan los ojos para ver, las patas para caminar, las alas para volar, las aletas para nadar, la boca para comer… ¿Por qué nos empeñamos en afirmar que los animales no utilizan el cerebro para pensar, para ser conscientes de sí mismos, observar su medio y tener sentimientos? ¿Así que absolutamente todos sus órganos tienen utilidad excepto el cerebro? No nos dejemos engañar por la enorme propaganda de quienes abusan de animales. Todos los anuncios que nos indican que debemos comer carne, que debemos sazonarla con un montón de queso, que tenemos que beber más leche, etc. siempre van entrelazados por anuncios de clínicas contra el cáncer, bebidas energéticas, píldoras dietéticas. Y nosotros, con nuestra ceguera, no nos damos cuenta de la relación, no vemos que están matando a los animales, nos están matando a nosotros y al planeta. Mi objetivo hoy es, si abrís vuestra mente, quitaros esa ceguera y reconectaros con los animales, despertar las emociones, los sentimientos y la lógica que han sido reprimidos de forma intencionada por nuestra sociedad.

Todos los niños son amantes y defensores de los animales. Cuando somos pequeños, los animales nos hacen felices y nosotros hacemos todo lo posible para protegerlos. Porque los niños diferencian muy bien lo que está bien y lo que está mal. Sin embargo, con el tiempo se nos enseña a ignorar su sufrimiento, a excusar su dolor, a burlarnos de su existencia. ¿Dónde comienza el cambio? ¿Quién nos enseña a ser tan malvados, crueles e indiferentes hacia los animales, que antes eran nuestros amigos, hacia esos seres inofensivos que nunca nos han hecho nada? Pues bien, debemos saber que el odio es la forma más pura de un comportamiento adquirido. El racismo, el sexismo, la pedofilia, la xenofobia…

Todos son comportamientos adquiridos. A los niños pequeños no les importa el color ni la religión de sus compañeros de juegos en el parque. Lo mismo ocurre con el especismo, término que define el amoral convencimiento de que la especie humana tiene todo el derecho de explotar, esclavizar y asesinar a otras especies, solamente porque estamos convencidos de que somos más especiales, superiores a los demás. Este convencimiento es la base de todas las formas de discriminación, y la discriminación nunca es bondadosa: se ceba en quien es distinto.

Me gustaría que adoptarais una mentalidad empática, que intentarais ver la situación desde el punto de vista del animal. Cuando uno no es la víctima, resulta bastante sencillo racionalizar la crueldad, la injusticia, la desigualdad, la esclavitud, e incluso el asesinato”.

Tras presentar un vídeo de cuatro minutos en el que se muestran imágenes de lo que ocurre dentro de un matadero, el orador solicita a la audiencia que se cuestione “si no es bueno para mis ojos, ¿por qué es bueno para mi estómago?”.

No me extraña que McDonalds, Burger King o Wendys no nos enseñen estas imágenes en sus anuncios, sino dibujos animados de animales sonrientes que bailan y juegan en los prados. Es todo una mentira, un lavado de cerebro, una programación de la mente para que no te importen las cosas por las que normalmente te preocuparías, cosas que solían importarte. En estos momentos, en las autopistas estadounidenses hay 5.000 camiones en los que vacas, gallinas, cerdos, seres inocentes aterrorizados, son transportados a los mataderos, donde se les obligará a bajar del camión, se les colgará cabeza abajo y de donde saldrán troceados. ¿Conocéis alguna locura más grande que esta? Los consumidores de carne caminan por la calle como si su estilo de vida no estuviera causando ningún daño, como si fuera normal y natural consumir violencia y muerte. Creo que este comportamiento no tiene ninguna excusa, y menos viniendo de una especie que afirma que sabe diferenciar lo que está bien de lo que está mal.

Mi oferta es sencilla: ¿sabíais que, cuando salgáis por la puerta, podéis participar de forma activa en acabar con la masacre? Cada año doy unas 250 conferencias a unos 7.500 estudiantes y siempre encuentro frustrante que la gente venga a hablarme sobre la bondad y la compasión. Y no vengo aquí a venderos nada, ni a conseguir vuestras direcciones de email, ni a sacaros los cuartos. Vengo a hablaros sobre la terrible crueldad que está teniendo lugar en este planeta. Vengo a deciros que el veganismo es la forma de poner en práctica la compasión y la bondad de la que todo el mundo habla, vuestra opción de mostrar a los demás que de verdad sois pacifistas, vuestra oportunidad de formar parte de una auténtica revolución, de dejar una huella en el planeta causando el menor impacto posible”.

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